¿Quieres unas monedas? (Reginal)

-Ah... bueno, ughhh- se quejó al sentir la rasposa barba -No deberias beber tanto- Dijo mientras lo observaba con algo de horror, no comprendia como a alguien le podía gustar esa bebida tan desagradable. Se guardó el pensamiento.

-Estás bien?- Le miró levantarse. Le parecía un borracho tonto, pero era una buena persona, o eso pensaba, estaba llenándose el estómago sin problemas y tenía una bolsa de dinero, no podía ser normal.

-Es Reginald...- suspiró, era mejor que ser llamado Elizabeth una y otra vez- Gracias por la comida... y lo demás.

-Ah... bueno, ughhh No deberias beber tanto-
-También lo he pensado-

-Estás bien?-
- Ah! Si...si me pasa todo el tiempo cuando las cosas no están en el lugar de siempre- Aún seguía sobando su barbilla partida

-Es Reginald.. Gracias por la comida... y lo demás.
-Lindo nombre Regi- Era algo evidente la falta de respeto por el prójimo que Salvatore presentaba. Tendió la mano para saludar- Yo soy Salvatore, es un placer conocerte- Hubiera sido una presentación muy buena si hubiera dirigido su mano hacia el joven.

-Pues... no te ofendas pero tu nombre es algo feo- se levantó para buscar la mano del otro y poder estrecharla con propiedad, algo que no acostumbraba hacer pero era lindo poder saludar a alguien de esa manera aunque fuera de vez en cuando.

-Y que haces además de ser un borracho? eh?- miró a su alrededor, no veia muchas muestras que le dijeran que tipo de trabajo hacia ese hombre. - O... es algo privado? si quieres no contestes. - se sentó de nuevo, una de las maneras en las que Regy podía expresar su gratitud con las personas probablemente era intentar ser menos latoso. Aunque sea solo un poco.

-Pues... no te ofendas pero tu nombre es algo feo-
-Pues si me ofende...- Dijo estrechando la mano del otro y apuntando incómodo la mirada hacia otro lado

-Y que haces además de ser un borracho? eh?... O... es algo privado? si quieres no contestes. -
-Soy herrero, atrás hay un taller- Señaló hacia atrás- Fabrico y reparo muchas cosas como herramientas, trampas, armas, entre otras cosas- Se volvió a sentar - No importa lo que digas, se muy bien lo que hago, no necesito mirar nada- Arrancó un pedazo de queso y se lo llevo a la boca- ¿Y tu que haces mientras tus padres no están?-

-Oh... debes ser muy habil entonces, si tienes dinero para regalar supongo que haces bien tu trabajo.. Um- se quedó pensativo un instante- Pues... hago muchas cosas?

A su mente llegaron todas las imágenes de trabajos que habia realizado apenas el mes pasado, nada digno de presumir. La vida como un joven mercenario carecía de decoro.

-Ya sabes... un dia soy jardinero...otros días cuido niños- Unos días destruyo hortalizas de la competencia de mis clientes, otros dias hago el trabajo sucio de los secuestradores ... -Varias cosas...

-Oh... debes ser muy habil entonces, si tienes dinero para regalar supongo que haces bien tu trabajo..
-Ese dinero nunca fue mio- Dijo tocando su barbilla como si pensara acerca del origen del dinero mientras tomaba un pedazito de pan y comenzaba a hacerlo bola.

Pues... hago muchas cosas?
-Ya sabes... un dia soy jardinero...otros días cuido niños--Varias cosas...

-Que interesante- Sonrió... obviamente sin prestar atención y aventando la bola de pan al aire para casualmente dar en un ojo de Reginal - ¿Y es normal que uses tanta ropa? - Arrojó otra bolita de pan a la cara del otro recordando el momento en el que lo abrazó mientras dormían- Es decir, te sientes como... esponjoso- Dijo mientras hacía un ademán como si aplastara algo con los dedos y sonreía interesado en el proceso.

Citación :

Que interesante- - ¿Y es normal que uses tanta ropa? - - Es decir, te sientes como... esponjoso-

-Uh... si. Tengo una condicion en la piel... No, no es lepra. Solo... soy de piel delicada- Se re acomodó en su silla, esa palabra no le gustaba ,delicada, sentía que era una palabra solo para niñas, aunque no habia podido encontrar una mejor palabra.

Tomó las bolitas de pan y se las arrojó de regreso sin muchos animos, aun estaba adormilado.

Los ojos de Salvatores se quebraron en falsas y perversas lagrimitas.
- Oh pobre Regi!!- Lo abrazó de pronto mientras acariciaba su propia mejilla con el fleco del otro- Desearía tener idea de lo que es padecer algo que los demás no tienen- Comenzó a palpar el cuerpo del otro- ...hombre pero si tu estás calientito con tanta ropa- Se prendió del cual mono a una rama- Podría quedarme aquí, pequeño Reginal- Escabulló sus frías manos por el cuello de los ropajes del joven hasta llegar a sus hombros con los cuales calentó sus manos. Bastante extraño tener manos frías para alguien que bebe mucho- ah! siiiii, que rico- Dijo extasiado al calentar sus manos con los hombros de Regi

-Eh... ey!! - se quejó ante el contacto físico, dando un par de pasos hacia atrás. Paciencia... este hombre te dio cosas... Exhaló despacio, pero no pudo evitar estremecerse al sentir sus frias manos contra su piel

-Ya.... ya, detente- Apretó los puños, intentando no empujarlo, pero en lugar de eso un miedo irrascional lo invadió. No era común que el tuviera tanto contacto físico, y mucho menos que alguien se atreviera a meterle mano.

-YA!- se alejó de reversa y se acomodó la ropa. Salvatore no le parecía un pervertido, pero nunca se sabe.

-Gracias por todo- dijo bajito y dió una reverencia torpe con la cabeza, solo para luego sentirse estúpido por que el otro era ciego. Tomó la bolsa de monedas y las guardó entre su ropa, caminando algo decaido hacia la puerta chamuscada.

Eh... ey!!Ya.... ya, detente YA!...Gracias por todo-

Salvatore se alejó inmediatamente al comprender la negativa del joven.

-¿Te vas?- Comentó tranquilo- entonces no me queda nada mas que darte las gracias, por traerme a casa, calentar mis manos... y hacerme compañía un rato- Se acercó al joven y le abrazó en señal de despedida (aunque también aprovechó para sentir el calor de su cuerpo

- Si alguien te molesta, ven conmigo- Le dijo sonriendo, mirando a la nada como de costumbre.

Se dejó dar un ultimo abrazo, su aliento oloroso a vino lo entorpeció, al final, con un pequeño empujón separo al otro de su cuerpo y tontamente asintió con cabeza, nuevamente. No se acostumbraria en una noche a tratar con alguien ciego, y no se dio cuenta hasta que ya estaba bastante lejos de que probablemente Salvatore nunca entendió su respuesta final.

Infló en pecho y siguio caminando, no tendría arrepentimientos, ahora necesitaba un buen lugar para gastar ese dinero.